Arasanz Garcia

ArasanzGarcía

Marruecos, país de congostos.

Desde Al Andalus hasta Berberia. Tetuán, grandes recuerdos.

Escrito por Javier (Navegante), fechado el 12 de octubre de 2019.

Embarcando.Madrugada del sábado, una mañana húmeda con temperaturas dulces, el olor a mar se mastica en las horas tristes de la noche oscura. Empiezan a salir los riders, los amigos del Staff y la tensión se acumula en nuestros bastidores de metal. Dicen que la ilusión viaja sobre dos ruedas, pero que larga se hace la espera cuando el tiempo se detiene.

Aparecen más riders y entre ellos vislumbro a Javier, con la bolsa de hule en la mano y la textil del baúl en la otra, acomete la tarea de colocar cada una en su sitio y me mira durante un eterno segundo, una mirada cómplice, húmedos los ojos de emoción contenida, reflejos de las luces se muestran en sus pupilas oscuras y una sonrisa, ladeada, pensativa, marcada suavemente en su rostro... Se aleja sin volver a mirarme...

Puestos los guantes y el casco, partimos en gran grupo hacia el puerto, habían pasado unos eternos minutos desde que Javier se fué hacia el hotel, pero breves al fin, volvió y ya estamos en marcha. Las luces del puerto, enorme, nos deslumbran y nos guían, pasamos por loc controles de rigor, pasaporte en mano y tarjeta de embarque.

Entre esperas y cortos caminos, vamos legando al barco, creo que la primera vez que montamos me parecía más grande. La enorme panza de acero nos acoge y subimos a la planta segunda del garaje, allí vamos colocándonos cerca de las setas que nos "mantendrán firmes", bueno, al menos eso parece.

Javier cierra el baúl, toma lo necesario para la corta travesía y desaparece con los demás riders por la puerta de metal que se cierra para mantener estanca la bodega o el barco... nunca se sabe a quien o a que hay que proteger.

Parte de los amigos del Staff.La travesía, tranquila, va tocando a su fin El rumor de los motores se hace imperceptible, han bajado la potencia de las maquinas y ahora toca las maniobras de atraque. Mientras los riders han ido bajando y quitando las cuerdas o cintas de amarre. La rampa de bajada empieza a inclinarse, emitiendo un ruido ensordecedor en la maniobra. Estamos todos en tensión, algunos riders se colocan en la salida, como queriendo acelerar un proceso que a la postre tiene su tiempo, todos tenemos ganas de descender y salir vomitados de la barriga del monstruo de acero. Al fondo caen dos motos, reconozco a Álvaro y también a Fer, sin consecuencias... por suerte todo se aclara.

- Blanquita, los suelos de los barcos parecen de jabón, siempre tengo la sensación de que resbalan, además están las chinchetas de amarre, que puedes pillar una sin ver y "cataplas ", todo tu orgullo desparramado por el suelo... ja ja ja. Bueno mientras el dolor esté en el orgullo, no va mal la cosa.

Saliendo del puerto de Tanger MED.Abandonamos el barco y otra vez los tramites de las aduanas, los pasaportes y.... curioso, nos dejan a todos los vehículos en un carril, los aduaneros nos van colocando en apretadas tandas de vehículos, de dos y cuatro ruedas, los conductores y riders abandonan los vehículos y un camión escáner analiza nuestras vergüenzas, los rayos buscan en nuestro interior y lentamente con el sonido de una sirena, el camión pasa a lo largo de toda la abarrotada fila. Termina el camión su cometido y pasamos al sellado, parece que los papeles se han avanzado en el barco y todo pinta bien...

Bueno, todo pintaba bien, hemos tardado bastante en pasar y esperamos pasada la aduana al grupo que formaremos con Nicasio y Rodrigo. Tanta espera nos genera tensión y Javier se me acerca y después de cambiar euros por dirham, me abandona a mi suerte en compañía del equipo de Staff que está esperando a los que aún siguen en la frontera.

Pasan riders y tiempo, cuando vuelve Javier. Mira el reloj del cuadro de instrumentos, son las 11:20, coloca el navegador y programa la ruta, hoy no hay roadbook, un track nos guiara hasta Midelt. Se acerca a unos pilotos que acaban de llegar de la aduana y charla un instante con ellos...

- Blanquita, es posible que Nicasio y Rodrigo ya hayan pasado, no me habrán visto mientras estaba en el aseo y echando un vistazo por ahí. Partimos y nos veremos en el camino, me han dicho estos amigos de ahora que ya queda muy poca gente nuestra en la aduana. Adelante pues.... Adentrémonos en las rutas que mi Padre anduvo, mastiquemos el mismo polvo que hace años el probó. Me siento triste Blanquita, ya no podre contarle que estuve en su tierra... que rodamos sobre sus pasos, que sentí el aroma que respiro en su juventud, que vi los cerros donde cazaba. Todo acabo para Él en marzo, cuanto lo hecho de menos....

Tetuán.Con lagrimas en los ojos, Javier se ciño el casco y los guantes, lentamente se subió a mi grupa y sin espolear, dulcemente, arrancó. Acariciando el acelerador, puso huella sobre el track del camino, silencioso, emocionado.

Quise no hacer ruido para mantener este momento, los cilindros parecían sordos... Mudos latidos hacían avanzar nuestros cueros, tomamos rumbo sur, dejando la carretera de Tánger para enfilar dirección Tetuán.

Tomamos la RR-401 (En algunos planos también llamada P4701) , eran las 11:29 de una radiante mañana en Marruecos. La temperatura agradable y el cielo limpio de nubes, buen día de moto nos esperaba.

Nos rodeaban cerros de lánguidos pastos de otoño, salpicados de torrenteras y arroyos suaves, en los que proliferaban adelfas. Manchones de palmitos salpican el suelo amarillo y oro. Tenia la sensación de estar en Tarifa, laderas salpicadas de retamas y lentiscos, se visten para el otoño, los arboles aún mantienen las hojas, mientras surcamos aldeas, Ksar Al Majaz y Anjra, la carretera suave, con curvas livianas, roza pantanos, llama la atención las inscripciones en árabe de la pared de algunos de ellos. Hay inscripciones en una ladera de Puerto de Tanger MED, en alguna ladera de algún pantano también y en las playas.

A buen ritmo hemos llegado al enlace con la RN-2, carretera de Tánger a Tetuán. Allí nos encontramos con el rio Martíl, que atraviesa Tetuán para desembocar en la playa de Martíl. No entramos en la ciudad y en vez de seguir por el túnel de acceso a la misma, salimos a una gran rotonda para desviarnos hacia el sur de nuevo.

Pasamos Ben Karri en direccion a Chefchauen.Obras y embalses.Paramos en la rotonda y Javier mira la ciudad, son unos momentos, unos silenciosos minutos que pasan entre ahogos y sollozos, resbala una lagrima y cae sobre mis plásticos, tibia, salada, lagrima olvidada, que termina dejando un cerco de sal sobre mí. Lentamente, sin palabras, ponemos rumbo al sur, llevando con nosotros un gran recuerdo.

Tomamos la RN-2 y cruzamos el rio Martíl. Se suceden aldeas que Javier repite en voz baja... Ben Karri, Zoco Larba de Beni Hasan... no parece que los nombres sean los que están escritos en los mapas... más los tiene en su cabeza... en sus recuerdos y allí perduraran.

Las sierras del Rif se destacan en el cercano horizonte y las suaves colinas dan paso a montes mas pronunciados. Estamos llegando a la Ciudad Azul, Chaouen (Chefchauen), pasamos los 600 metros de altura y entre montañas, aparece la ciudad rematada por la luz de un cálido sol de mediodía, resplandecen las casas azulonas sobre el fondo blanco del resto de casas, parecidas a los pueblos blancos de nuestra Andalucía.

Entramos en la ciudad, un fervor de gentes nos acompaña, huele a pinchitos, el humos sale de las anafes de las casas, preparadas para la comida del día. Se ven brasas con tajin, y se huele el humo y la comida, una mezcla agradable en una día de brisa suave. A la salida paramos paramos para mirar a la ciudad, cobijada en la falda de una enorme sierra, como un retoño en el regazo de su madre. Así, al amparo de los vientos del norte, prospera la ciudad azul y duermes sus cosmopolitas habitantes.

Dejamos atrás la ciudad y en la salida, en la rotonda, tomamos hacia la RN-13, pronto viajamos al lado de un arroyo el Oued Mlilah, el monte mediterráneo nos acompaña en la bajada a las fértiles mesetas de Meknes. Pocos kilómetros más adelante dejamos el afluente para pasar al rio Loukous, en un profundo valle y rodeados de un monte apretado, entre acebuches, encinas, quejigos y lentiscos, las verdes y abruptas laderas refrescan la suave cañada.

Seguimos el cauce del rio y sus laderas se separan para dar lugar a una fértil meseta, salpicada de granados, naranjos, limoneros, prunos de varias clases, entre huertos donde las ultimas zainas asoman sus floreros al sol de la recién nacida tarde.

En Ain Bida abandonamos el rio Loukous, que se marcha en un largo y serpenteante camino hacia Larache, donde dará lugar a una vegas enormes y ricas. Seguimos hacia el sur, entre terrenos de labor, rebaños de ovejas y laderas de monte bajo, brezos y retamas visten de verde opaco el horizonte. De cuando en cuando un huerto o las casas de alguna aldea rompen la faz del monte.

Una imagen de la Ciudad Azul.Ruinas de Volubilis.Llegamos a Ouazzane, entramos en la ciudad y después de pensarlo mejor, seguimos marcha. Javier no tiene problemas por comer hoy, ha desayunado muy fuerte y en solitario seguimos camino por la RN-13 hacia Meknes. Volvemos a tomar otro cauce, el rio Rdate, nos hace guiños en su camino, lo mantenemos a nuestra izquierda, mientras seguimos entre curvas y monte en las planicies del centro de Marruecos, antesala del majestuoso Atlas.

En Zelfat, tomamos desvío a la derecha, a través de una carretera estrecha, salimos a Zaggota donde retomamos la RN-13. Hemos dejado atrás un bosque frondoso de Alcornoques, con sus troncos desnudos de color canela, los que han pelado hace poco, mientras que los otros vuelven a su oscuro y rugoso tronco pasando de la canela al marrón y de éste al casi gris de los pelados mas antiguos.

Un cartel nos señala la Villa Romana de Volubilis, a poco más de 2 Km la ciudad de Moulay Idriss. Son las 16:29 minutos de una tarde postrera, cercana su ultimo bostezo, continuamos en camino, por delante aún algo más de 200 Kilómetros y todo el Atlas.

Las laderas se amansan, empiezan a aparecer grandes llanuras de arboleda caduca, de frutales y de cañas y chumberas que hacen las veces de linderos, los higos, rojos, apetecibles, se marcan sobre el verde de las pencas de las chumberas. Entre los punzantes bordes, los manzanos, granados y los huertos que mantienen las hojas verdes de las coles y coliflores, mientras el resto de plantas han tornado sus hojas en leves verdes tirando al marrón, sin sus apetecibles frutos, sin casi vida en sus tallos.

Entramos en las fértiles tierras del norte de Atlas, recogen la humedad del Atlántico, que encamina la forma caprichosa de las altas montañas que marcan el comienzo del desierto al sur, hacia allá nos encaminamos en rápida sucesión de pueblos y aldeas, agolpadas en la prosperidad de una tierra que los acoge y los alimenta.

Pasamos Meknes y después de 306 kilómetros en África, Javier decide que es la hora de repostar. Paramos en una estación de servicio y tomo una buena y refrescante poción mágica para mis cilindros. Javier torna a descansar al menos unos minutos, agua para sus resecos labios y una sonrisa en su rostro. Después de la corta parada, pero muy agradecida, se calza sus guantes, el casco y se vuelve a subir a mi grupa, mientras me susurra...

- Vamos Blanquita, ya quedan solo 170 Km, llévame en volandas del viento, llévame al desierto de Midelt, surcando las alturas del Atlas, surfeando entre las montañas.

Partimos, siempre al sur, hacia Azrou, la carretera empieza a ascender por laderas de monte mediterráneo, según avanzamos, las montañas empiezan a esconder al sol. La tarde bosteza entre abruptas laderas de monte bajo y montarral. Se suceden largas cuestas, donde los camiones se paralizan, entre lamentos y gemidos, se retuercen sus hierros, en los hercúleos esfuerzos, mientras nosotras, livianas, ligeras, los vamos dejando atrás, somos suspiros que pasan a su alrededor, como saetas llevadas por el viento.

En las alturas de Azrou.Son las 18 horas cuando atravesamos El Hajeb. Hemos subido 380 metros desde Meknes, desde que repostamos, estamos a 980 metros de altura sobre el mar, que quedo allá en Tánger. La RN-13, estrecha, ceñida por el monte, se encamina hacia las sierras, pasamos el primer puerto a 1470 metros y descendemos hacia Azrou. Abandonamos momentáneamente la RN-13, para tomar una variante de la población, evitando así pasar por su centro. Pisamos la RN-8 brevemente para continuar por la RN-13 de nuevo.

Vuelven las cuestas y la penumbra en el horizonte nos anuncia que el sol se acuesta por hoy, aún nos acompaña su luz en fantasmales sombras que producen los enormes cedros que bordean la carretera. Buscamos entre sus retorcidos troncos para ver a los monos saboreando las ultimas golosinas del día. Esta carretera nos trae recuerdos de una tarde de nieves, colgando de los cedros, cayendo sobre la calzada, frio y sombras...

Seguimos ascendiendo entre cedros y curvas, 10 km de pendientes, algunas del 15%, nos elevan hasta los 1900 metros, aparecen enormes estepas de pastos de invierno, de tundras que pueblan las llanuras de este altiplano. Surcado de vez en vez por arroyos y gargajeras, por rebaños de cabras, por ovejas de espesa lana, por recios Bereberes de montaña. Atravesamos las llanuras entre las dos luces de la noche, aun no aparecen las estrellas en nuestro horizonte anaranjado, entre suaves curvas y laderas, enfilamos hacia el alto de la sierra de hoy, alcanzamos los 2210 metros a las 19:27 minutos de una joven noche del Atlas.

De Azrou a Midelt, anocheciendo.Empiezan a sonar ecos de motor en las cunetas del camino, como musicales gaitas mecidas por el viento, nuestras sonoras ondas de los laboriosos cilindros rebotan en las paredes de las montañas. Estamos empezando a bajar el puerto de los "Perros del Atlas", Javier agudiza los sentidos y me dice entre dientes:

- Atentos Blanquita, llegan curvas, coches sin luces, camiones de poca visibilidad, burros y perros. Estemos pendientes de esta bajada que ya conocemos en peores circunstancias. Recuerdo las nevadas laderas del pasado año, el frio y el cansancio.

Hemos improvisado un pequeño grupo de motos y según vamos bajando, adelantamos a algunas que se unen al rebaño de maquinas que formamos. Javier sigue tirando a buena velocidad y los acompañantes se dan por satisfechos de seguirnos. La pronunciada bajada nos lleva a Zaida, donde se estabiliza la altura a los 1500 metros, y allá terminan las curvas cerradas del puerto. La noche inunda los cuatro puntos cardinales, con sus tenues luces las estrellas vuelan sobre nuestros cuerpos, se reflejan en los cascos de los riders y titilan de frio en su oscuro silencio.

Cubrimos los 24 Km que nos separan del hotel en Midelt, son las 20:11, llegamos al final de la etapa de este día, los pilotos se adentran en el hotel, nosotras quedamos a merced de las estrellas, en las puertas del desierto, con la oscura claridad de miles de soles latiendo sobre cielo apagado y silencioso.

- Hasta mañana, Blanquita que descanses.

Javier retira los dispositivos y toma la bolsa del baúl, acariciándome con la mirada, se aleja a descansar.

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